sábado, 29 de septiembre de 2012

UNA NUEVA VISIÓN RADIOFÓNICA


RESUMEN
La historia radiofónica ha sido uno de los pilares fundamentales que ha podido inventar  el hombre. Con esta se han podido incitar a la creatividad y al desarrollo social de las poblaciones. De ella ha emergido una pluralidad de géneros que ha hecho indispensable el desarrollo de las personas en la totalidad de sus zonas geográficas. La venidera plausible de los TIC’s ha hecho que ellas puedan multiplicarse y empezar a facilitar con rapidez e inmediatez los mensajes radiofónicos. Solo nos queda empezar a trabajar, desde la óptica comunicacional, para darle su real dimensión de funcionamiento.

PALABRAS CLAVE
TIC’s, radio, participación ciudadana.

Por historia y tradición la radio ha sido y es uno de los instrumentos comunicacionales con más rapidez e inmediatez que los demás medios. Digamos que se erigen como uno de los más importantes dentro de la escala mediática de siempre. Ahora, como toda herramienta tecnológica dispuesta a su modernización, ella ha avizorado actualmente un nuevo horizonte donde puede, sin lugar a dudas, abrirse en más espacios llevando sus mensajes y sus programas a lugares distantes, alejadas, donde quizá solo ella pueda ingresar sin permiso solo del sentido auditivo de la gente.

Estos principios solo se llevarán a efecto de una forma: a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Es decir, instaurando et nuevas renovaciones acordes con ls tecnología tradicionales en l que haya un equilibrio constante, de manera que e cierre gradualmente la brecha enorme entre las nuevas y viejas tecnologías, para así desarrollar una genuina y transparente inclusión digital.

Sin embargo, haber llegado hasta donde hoy estamos, en términos de comunicación, recordemos que ha sido producto de todo un proceso tecnológico revolucionario que merece las gracias de toda la gente, pero que también, a su vez, como todo adelanto, para bien o para mal, tiene sus defectos. En los cuales, uno de ellos es el ambicioso afán de acaparamiento y concentración de las TIC’s por parte del tradiciones sistema imperante de la información.

Pero el propósito de la radio no se encuentra simplemente en que uno la pueda sintonizar y basta. Lo fundamental de la radio consiste en crear espacios donde los radioescuchas se sientan parte importante, de donde ellos si puedan ser partícipes de las emisiones. Es preciso entonces que aquí el trabajo arduo pertenezca a los que puedan dirigirla, es decir, sus locutores o periodistas. No obstante trabajando de manera armoniosa y placentera. Pues sabemos que las radios se enfrentan al problema de captar la atención, ya que, por lo general,  se oye y no se escucha. Digamos que es fugaz, y, por lo tanto, es una de las desventajas de la inmediatez que ella pueda tener. Lo que e requiere e una ampliación de los formatos radiofónicos, en las cuales se plasme toda la creatividad de los ejecutores. Un ejemplo ilustrativo podrí ser la proposición de producción de crónicas radiales y demás géneros que demanden la curiosidad y la atención de las audiencias.

A pesar de que muchos instrumentos mediáticos han adquirido una sorprendente e ingente participación ciudadana, las radios no han perdido el carisma histórico que solían tener. Más bien se ha fortalecido, porque han traído nuevas formas de competencia que han sabido dirigirse y mantenerse en el pedestal social. Y esto se debe a la forma inteligente que los conductores han sabido manejar e inducir con gran dinamismo., Pues de las diversas formas de emisiones tales así como los géneros, formatos y programaciones han tenido una repercusión positiva de la ciudadanía. Pues sabemos que los públicos son diferentes, y los gustos en las edades también son disímiles. Entonces, ha sido preciso distinguir y entregar de forma categorizada emisiones acordes con la preferencia de los públicos.

Dentro de la estructura radiofónica, existe una gama muy diversa de géneros que pueden trabajarse para hacer de ella una sintonía interrelacionada, que pueda distinguirse dentro de la categoría de los públicos. Así, de esta forma no se puede visionar a la radio como instrumento único y monotemático, sino como un engranaje y una multidisciplinariedad que trastoque las diversas formas de acceder a ella sin restricciones. Esta multidisciplinariedad va  desempeñar un rol importante, ya que va a entregar a los oyentes varios programas (entretenimiento, cultura, información) alternativos. De esta manera e va a avizorar a la radio como una hibridación que produce tan solo emisiones públicas sino que va a hilvanar géneros que vn a ser de uso solazado por parte de los escuchas.

Si bien, desde la historia radiofónica se ha presenciado que ella podía satisfacer solo como instrumento informativo, es importante reconocer que a partir de aquí empieza a engendrar nuevas maneras de construcción radial, así como las radionovelas, los radiodramas, los radioteatros, etcétera que daban un verdadero sentido educativo y social al quehacer radial y, por lo tanto, a las diversas comunidades de la ciudadanía.

Pues a partir de aquí  es donde se puede vislumbrar a la radio como una herramienta social vinculada a la problemática de las personas. Es preciso añadir que los diversos programas dirigidos a comunidades, se manifiestan como un nuevo prototipo de poder darle otro sentido a la radio. Un sentido donde ella sea el vehículo que pueda conectar las distancias y aspiraciones de aquellos que lo necesiten. Solo mirando el panorama así, entonces estaremos hablando de construir medios que puedan instaurar un orden comunicativo, informático, donde se puede visualizar su participación como actor comprometido con el desarrollo social.

Asimismo, es de profunda satisfacción el poder tener hoy en día adelantos tecnológicos que posibiliten una mayor cobertura y una mayor abarcación de espacio geográficos en la orbe radial. Pues vemos que uno de los pasos gigantes que han dado las comunicaciones ha sido el poder instaurar nuevo mecanismos comunicacionales de accesión e interconexión entre ellas. Lo podemos ver en los celulares que tan solo con cargarlos en los bolsillos nos permiten informar desde cualquier lugar alejado. He aquí una forma dualista de trabajar para propiciar mejores funcionamientos en el universo radiofónico. Ahora para tratar de resaltar esto y llevarlo a las comunidades donde quizá e inexistente ría indispensable empezar a trabajar desde la preocupación y el compromiso de los organismos públicos, de los gobiernos de turno y de las entidades privadas; para establecer una alianza y empezar a crear diversas maneras de llegar a esas zonas. No obstante trabajando bajo la premisa de una atribución social, es decir, que l mismas comunidades se sientan dueñas de las emisoras a instaurar para desde aquí comenzar a crear un nuevo orden comunicacional que otee el panorama social y que trabaje bajo esto tratando de buscar en un futuro cercano una nueva construcción ciudadana.

SÍNTESIS CONCLUSIVA
Es indispensable empezar a trabajar por un nuevo sentido radial en el que posibilite la participación ansiada desde mucho tiempo, a través de creativos productos radiofónicos que beneficien a la población en su integridad. Asimismo, analizar las posibles consecuencias que el impacto de las nuevas tecnología pueden causar en el avance o el retroceso de dichos menajes.

REFERENCIAS
DE ANDA Y RAMOS, Francisco. La radio. El despertar del gigante.
PONTIFICIA UNIVERSIDAD GREGORIANA. Seminario de producción radiofónica.
Enlaces de Interés: http://tesis.uson.mx/digital/tesis/docs/8652/Capitulo3.pdf http://www.bocc.ubi.pt/pag/rodero-emma-radio-futuro.pdf Enlaces de vídeos: http://www.youtube.com/watch?v=YPJUNTVhMfU http://www.youtube.com/watch?v=YwcZcMuZ8tc

POR UNA DEMOCRATIZACIÓN DE LOS MEDIOS

 RESUMEN
Las nuevas tecnologías de la información y comunicación en el mundo moderno han traído una nueva forma de unificar los pueblos distantes. Lo fundamental es trabajar de manera convergente para poder conseguir tal unificación. Para esto es preciso que todos los comunicadores sociales empiecen a trabajar en beneficio de todos los sectores sociales. No obstante que todos los medios se evidencian como instrumentos de atribución social, de interés común para poder alcanzar una real democratización en los medios.

PALABRAS CLAVES
Medios, comunicación, democratización, socialización, tecnologías, sociedad.

Si bien al mundo moderno lo vemos como a un nuevo espacio en el que se pueden converger e interrelacionar múltiples culturas y diversas formas donde “todos podemos sentirnos parte de todos”. Es necesario enfatizar que toda esta hilvanaciòn social e debe en toda la medida a los instrumentos de comunicación. Pues son ellos que, a través de las nuevas tecnologías, se han abierto al mundo para hacer conocer los sucesos transcurridos.

Pero también es indispensable reconocer que todas estas nuevas formas de tecnologías informáticas y de comunicación obedecen a un cierto grupo que los maneja. Podríamos afirmar que la historia de los medios no ha cambiado y sigue siendo la misma. La de pertenecer a una elite, que son los que dirigen y estructuran el orden informativo mundial.

La actual sociedad de la información existe, pero existe en la medida que sus dueños quieren que existan. Pues no existe medio de comunicación social, salvo algún impreso diminuto y de circulación clandestina marginal- que objete al sistema. Entonces he aquí el gran e histórico problema de la democratización de los medios, porque se hala de libertad de expresión pero no se dice bajo qué parámetros o reglamentos suelen funcionar. Ya que muchos reconocen que los medios hacen poco por desarrollar un país y por mejorar la actuación de la sociedad. Y que la denuncia es una estrategia insuficiente para este fin. Entonces, es desde este punto en el que los presentes y futuros radialistas y comunicadores sociales debemos empezar a trabajar en pro de una mejor sociedad informada y comunicada.

Claro que es un proceso muy complejo y que requiere de mucha voluntad y convergencia, pero es posible porque los nuevos inventos tecnológicos están propiciando un nuevo camino para hacerlo realidad. Cabe mencionar que la tarea difícil es contra el sistema imperante que ha jerarquizado el mundo y que decir qué ofrecer y dar de consumir a los ciudadanos. Esto desde antes, y ahora con la irrupción del Internet y la nueva ofensiva cultural norteamericana.

Y mucho más con la megafusión entre las empresas American On Line (AOL), líder mundial de acceso a Internet; y el conglomerado TIME- Warner-CNN-EMI, primer grupo de comunicaciones a escala planetaria.

Sin embargo, la construcción de un nuevo orden informativo radica en la esperanza de incluir y apropiar a los diferentes sectores sociales que verdaderamente lo necesiten. Esto en la medida de crear mecanismos que tanto gobiernos como sociedades urbanas y rurales puedan unificarse y empezar a instaurar medios que sirvan de manera primordial a una verdadera construcción de ciudadanía, entonces de esta manera podemos empezar a trabajar en una forma conjunta y social. Debo remarcar que lo más importante debería trabajarse en las zonas rurales, pues en gran cantidad de éstas los instrumentos de comunicación aún son tradicionales y necesitan de manera urgente modernizarse para enchufarse al mundo y poder participar de los aconteceres sociales. No obstante vivimos la era de la información, entonces es fundamental que aquellos sectores también sean partícipes.

Menciono aquí la pregunta y la respuesta que pronunciaba Mattelart: ¿cómo devolverle el habla al pueblo? Pues es preciso vincular la noticia con las iniciativas populares que van generándose en el proceso, la gestión popular de una industria, de una unidad agrícola, acercamientos concretos entre los distintos actores sociales del proceso de cambio. He aquí unas expresiones para empezar a trabajar por una nueva reinvención de sociedad.

Es urgente insistir en este aspecto, si queremos empezar a cambiar el sistema al cual nos debemos. Las democracias en todos los países hablan de libertades (expresión), pero simplemente se trata de una libertad coaccionada, reprimida, seleccionada por sus sueños y aceptada por sus oyentes. No hay otra alternativa.

Por mi parte, creo en la firme convicción que en un futuro cercano, que la inclusión de las tecnologías de la información y comunicación es posible. Pues a partir de aquí podemos crear alternativa que repercutan en la participación de las zonas alejadas. Ya que éstas por su naturaleza son nuevas, y tienen una forma histórica de participación (recíproca, mancomunada).

Solo de esta manera puedo avizorar una libertad de expresión que se encarne y evidencie en la posibilidad, par cualquier persona, de acceder a los medios y llegar a través de ellos sin privilegios especiales y sin costo limitantes a la atención de las mayorías. Solo así estamos hablando de una verdadera democratización y socialización de los medios. Pues esta socialización supone una atribución de los medios al conjunto social para que se exprese adecuadamente. Envuelve la idea de una ampliación de su alcance, pero no solo a partir de nuevas tecnologías sino, fundamentalmente, modificando la unidireccionalidad de los mensajes y la esencia de los contenidos. No obstante, decirle también a los dueños del espectro como lo dijo el sudanés Alí Shum: “Ustedes tienen el 90 por ciento del espectro electromagnético y el 10 por ciento de la población. Nosotros tenemos el 90 por ciento de la población y el 10 por ciento del espectro. Queremos lo que nos corresponde”. Así, estaremos comenzando a descentralizar los instrumentos de comunicación que se encuentran en el regazo de unos cuantos hombres plutócratas, oligárquicos, que direccionar el pensamiento y la reflexión de una población aturdida, sin  razonar que simplemente obedecen a este mecanismo hegemónico.

Entonces, la sinergia que puedan construir los comunicadores en los medios tradicionales y las nuevas tecnologías de la información se basa en los resultados positivos de la mutua unidad que ellos puedan hacer. Asimismo, en la manera e que ellos puedan verse como instrumentos públicos, que tengan un compromiso social, que sirvan de participación ciudadana y que empiecen a forjar una nueva visión de información plasmadas bajo el efecto participativo de los más olvidados, de aquellos sin sintonía y sin voz en el universo comunicacional.

Pero esto no es posible si no lo empezamos a trabajar bajo la postura de un hombre radical, como afirma Paulo Freyre; comprometidos con la liberación de los hombres. No sintiéndonos dueño del tiempo ni de los hombres, ni liberador de los oprimidos. Si no, comprometidos con ellos, en el tiempo, para luchar por la liberación de ambos.

SÍNTESIS CONCLUSIVA
Es hora de empezar a construir un nuevo orden informativo, en el que se vislumbre una verdadera democratización y socialización de los medios. Esto en pro de una nueva concepción de sociedad que incluya a todos por igual.

REFERENCIAS
·         ALFARO MORENO, Rosa María. Derechos comunicativos para la afirmación ciudadana.
·         FRANCO, Carlos. El Perú de Velasco, Letra SRL, Lima, 1983.
·         MATTELART, Armand. La comunicación en el proceso de liberación. Siglo XXI, México, 1988.
·         FREYRE, Paulo. Pedagogía del oprimido. Edición incompleta. Santiago, 1969.
·         RAMONET, Ignacio. Las masas manipuladas. Revista “Docencia”, nº 22. Francia, 2007.
·         RUIZ CARO, Efraín. La tercera colonización. La voz, Lima, 1990.


ENLACES DE INTERÉS: http://www.derecho.unam.mx/web2/pop/culturajuridica/pdf/CJ3_Art_16.pdf http://www.fcs.edu.uy/archivos/Mesa_16_Doccetti.pdf ENLACES DE VÍDEOS: http://www.youtube.com/watch?v=4kmijw_0V2k http://www.youtube.com/watch?v=dyQUe79DoAI

sábado, 1 de septiembre de 2012

EL FLAUTISTA DE HAMELIN (VERSIÓN OPUESTA) Por Ángel Javier López Ventura

Hace mucho, muchísimo tiempo en la ciudad de Hamelin sucedió algo extraño: una mañana sin sol, cuando sus esforzados y trabajadores habitantes salieron de sus casas, encontraron las calles invadidas por miles de ratones que andaban por todas partes, devorando el grano de sus llenos graneros y despensas que habían recién cosechado. Nadie entendía la causa de la invasión, y no sabían tampoco qué hacer para acabar con todo ello. No consiguieron nada a pesar de matarlos, ahuyentarlos. Parecía más bien que se multiplicaban, y daban la impresión de adueñarse de la ciudad que hasta los mismos gastos huyeron. Ante de la terrible situación, el jefe del pueblo hizo una reunión con todos los pueblerinos para ir adonde el flautista mágico a pedir ayuda. Éste era un hombre flaco que, junto con su flauta, hacía cosas imposibles, extrañas. Vivía fuera de la ciudad, solo. Cuando el jefe y los pueblerinos le contaron la desgracia, él se comprometió a ayudarlos pero a cambio de algo. Decidió que toda la cosecha debía ser toda para él a cambio del favor. Los pueblerinos aceptaron a pesar de su malestar y angustia. Así fue como el flautista mágico entró a la ciudad, y de un toque de flauta tan triste y adormecedor hizo que todos los ratones invasores lo siguieran hasta la orilla de un río. Iban tan adormecidos hasta que el río los arrastró y desapareció a todos. Esa noche los habitantes de Hamelin más alegremente comieron y cantaron. La cosecha venidera fue mala y los esforzados habitantes apenas tenían que comer. Fue entonces cuando apareció el flautista mágico a pedir lo que le correspondía, a lo cual los habitantes se negaron a darle, puesto que apenas alcanzaba para comer con sus familias. El flautista mágico enojóse mucho que amenazó al pueblo. Después de un hora llegó al centro del pueblo Hamelin y de un toque de flauta hizo que todos los niños le obedecieran al igual que los ratones. A pesar de las súplicas y los ruegos de todos sus padres para que sus hijos regresaran, ninguno hizo caso, siguiendo todos la música triste y adormecedora del flautista mágico, quien los llevó a no sé qué sitio sin que nunca sus padres pudieran encontrar.

EL FLAUTISTA DE HAMELÍN (VERSIÓN ALTERNATIVA) por Javier Enrique Sarmiento Benites

Hamelin era un pueblo donde la prosperidad se contraponía con singular nitidez con la pobreza. La riqueza de unos cuantos señores estaba concentrada en los grandes graneros, despensas y almacenes de que éstos disponían y que cuidaban con el mayor de los celos. El alcalde, como todos, era un hombre, consonante con la personalidad de los grandes hacendados y tenientes de riquezas; es decir, comía, bebía (en él la gula alcanzaba su pleno) y organizaba formidables fiestas con el dinero que recaudaba de los pobres pobladores que se crispaban de hambre y miseria en la periferia del pueblo. Un joven flautista, de procedencia adinerada, había decidido apartarse de este modus vivendis por considerarlo pródigo, despilfarrador y mezquino. Sin llevar pertenencias de ninguna clase, se instaló cómodamente en una de las cuevas de un monte alejado, famosas por albergar centenares de ratones y, por lo mismo, temidas por toda la comarca, y empezó a establecerse dentro de un régimen riguroso y austero. Desde su cueva, ubicada en lo alto de una montaña escabrosa, donde, desde luego, había comenzado a convivir con los pequeños ratones y domesticarlos, descubriendo que no eran tan agresivos como se comentaba en todos los pueblos, observaba diariamente el desenvolvimiento rutinario del pueblo. Oteaba a la distancia cómo los ricos continuaban organizando fiestas y derrochando cantidades inconmensurables de dinero, y divisaba también como la zona de los pobres se infestaba cada día más de pobreza y miseria inimaginables. Cierto día, luego de haberse dejado llevar por el sonido cadencioso de su flauta, que había aprendido a tocar a los diez años, el muchacho decidió que, si bien los viejos señores eran hombres corruptos e incorregibles, él no debía permitir que los niños siguieran esta mala crianza. Decidió, luego, darles una lección a sus antiguos vecinos. Preparó un plan en complicidad con sus ratones, el cual consistía en enviar a los ratones a la villa de Hamelin para simular que una horrenda peste de pequeños roedores se había apoderado del pueblo y colocado a los grandes señores en un estado de febril actividad y penosa lucha. Envió, entonces, a sus ratones a dicha misión bajo la orden de saquear y comerse todo lo que encontraran en los almacenes, despensas y graneros. Entonces, aquel mismo día, los tranquilos hacendados de Hamelin vieron bajar desde la montaña lejana una masa compacta de ratones que corrían en dirección de la ciudad. El alcalde, alarmado, avisó a todo el pueblo. Para cuando todos estuvieron enterados de la hazaña de los ratones, ya era muy tarde: los diminutos ratones habían hecho presa fácil de la villa y comían todo el alimento que encontraban al paso. En un único día, la terrible plaga de pericotes habíase comido más de la mitad de las riquezas de la villa. Angustiado, el viejo alcalde llamó a consejo a todos los pobladores –ricos y pobres– de Hamelin para comunicarles el estado crítico de la situación y determinar cuanto antes una rápida decisión que acabara con la peste maligna de ratones. –Ofrezco que se le entreguen cien monedas de oro en dinero contante y sonante al hombre que elimine de raíz esta peste –dijo el alcalde, en tono solemne. –De acuerdo –asintieron los lugareños–. Necesitamos una solución rápida y eficaz que frene toda esta ruina que se aproxima. La noticia de las cien monedas de oro ofrecidas llegó, se ignora de qué manera, hasta los oídos del joven ermitaño. Satisfecho por el resultado de su plan, se propuso concretar la segunda parte del mismo. Bajó al pueblo solo con su flauta y se presentó en el edificio de la antigua alcaldía, ante el asombro de los pobladores, quienes nunca habían visto a tan extravagante personaje visitando las “modestas” comarcas de Hamelin. –Tengo un plan para salvar al próspero pueblo de Hamelin –dijo el joven flautista. Se sentía muy contento al comprobar que nadie de sus antiguos vecinos ricos lo había reconocido. Habían pasado muchos años y el tiempo había hecho su trabajo en el joven, escondiéndolo de las astutas miradas de las autoridades del pueblo–. Pero deme su palabra de honor de que me dará las cien monedas de oro ofrecidas. El alcalde lo escrutó con sus diminutos ojos y esbozó una sonrisa desagradable. “Este muchacho tiene el aspecto de un joven iletrado y, por tanto, estúpido. Será fácil engañarlo”, reflexionó. Inmediatamente, respondió, con tono irónico: –Tenga la seguridad de que cumpliré mi promesa. Haga lo acordado y cumpla su parte del trato, que yo haré lo respectivo con la mía. El joven flautista se rió para sus adentros, una vez más satisfecho de la eficacia de su inteligente plan. Conocía al alcalde desde que habitaba en convivencia con los ricos y sabía de las múltiples violaciones a su palabra, y conocía asimismo de la ambiciosa posición de alcalde que procuraba mantener con tratos subrepticios y corruptos su estatus social. Salió el joven al pueblo y se plantó en medio de la hermosa plaza, cuyos arbustos, a esa hora, en el remanso de la tarde plácida, se agitaban acompasados por el murmullo suave del viento. Tomó su quena y empezó a soltar unas notas dulces y melancólicas al aire. Hombres, mujeres, niños y ancianos, al oír tan triste y hermosa melodía, no hicieron sino olvidar sus penurias y angustias de los últimos días y dejarse penetrar por tan elegante manera de tocar la flauta. A poco, los ratones comenzaron a arribar a la plaza, seducidos por el triste llanto de la flauta. Entretanto, el flautista continuaba maniobrando sin cesar y con delicadeza y experiencia su humilde flauta fabricada con la tosca madera de un sauce y pulida por sus propias manos. Cuando absolutamente todos los ratones que habían sido el desconcierto y la inquietud de todo el pueblo hubieron llegado a la plaza, el joven flautista se echó a andar, siempre tocando la flauta, en dirección de la colina de donde había descendido, con los ratones desfilando tras él, extrañamente sugestionados. Los señores ricos de Hamelin, al ver a la distancia que el joven flautista se perdía tras las lomas verdes, se alborotaron de felicidad y organizaron una fiesta para celebrar la partida de los ratones de su pueblo. La tranquilidad volvió al pueblo de Hamelin, con su acostumbrada escisión entre ricos y miserables. Días después, el joven flautista volvió a presentarse ante el viejo edificio para reclamar las cien monedas de oro acordadas: –Fuera de mi vista –repuso el alcalde, atusándose el repugnante bigote que lucía sobre los labios gruesos. –. Nos gastamos el dinero destinado a usted en preparar la fiesta de celebración aquel día. El joven flautista sabía, por supuesto, que era mentira lo que el viejo alcalde decía. Resolvió no insistir más y, volviendo sobre sus pasos, se marchó sin decir más. Pero el joven estaba absolutamente satisfecho con los éxitos del plan. Sin embargo, faltaba algo más para que todo lo planeado hubiera madurado en su máxima expresión. Dos días después retornó al pueblo con su flauta y se plantó, como en la ocasión anterior, en medio de la plaza de Hamelin a tocar su flauta. Los pobladores supusieron descabellada su actitud y principiaron a murmurar entre ellos que estaba demente. Sin embargo, el estupor se adueñó de ellos al observar, con una expresión de profundo desconcierto en sus rostros, que todos los niños de la linda comarca de Hamelin acudían al triste sonido de la flauta, con las miradas extraviadas y a paso lento, como en procesión. Los habitantes, en conciencia unánime, comprendieron: el flautista estaba cobrando su ayuda de manera perversa, llevándose a los niños de igual manera que atrajo a los ratones. El flautista sin despedirse, siempre tocando la flauta, se llevó a los pequeños, al igual que a los roedores, cuesta arriba, donde se ubicaba su cueva. En el pueblo de Hamelin, desde entonces, hasta hoy, se oyen llantos de mujeres durante la noche, reclamando a sus hijos, gimiendo, y maldiciendo al joven flautista, quien, entretanto, se regocijaba de haber salvado a los niños de la mala crianza de los hacendados mezquinos y frívolos, y haber ubicado a todos los pequeños en sendas cuevas junto a una flauta que el mismo joven había fabricado a montones. Desde entonces, el llanto de las mujeres soberbias de Hamelin se confunde con el suave y agudo silbido de cada flauta.

EL FLAUTISTA DE HAMELÍN (VERSIÓN OFICIAL)

Hace mucho, muchísimo tiempo, en la próspera ciudad de Hamelín, sucedió algo muy extraño: una mañana, cuando sus gordos y satisfechos habitantes salieron de sus casas, encontraron las calles invadidas por miles de ratones que merodeaban por todas partes, devorando, insaciables, el grano de sus repletos graneros y la comida de sus bien provistas despensas. Nadie acertaba a comprender la causa de tal invasión, y lo que era aún peor, nadie sabía qué hacer para acabar con tan inquietante plaga. Por más que pretendían exterminarlos o, al menos, ahuyentarlos, tal parecía que cada vez acudían más y más ratones a la ciudad. Tal era la cantidad de ratones que, día tras día, se enseñoreaba de las calles y de las casas, que hasta los mismos gatos huían asustados. Ante la gravedad de la situación, los prohombres de la ciudad, que veían peligrar sus riquezas por la voracidad de los ratones, convocaron al Consejo y dijeron: "Daremos cien monedas de oro a quien nos libre de los ratones". Al poco se presentó ante ellos un flautista taciturno, alto y desgarbado, a quien nadie había visto antes, y les dijo: "La recompensa será mía. Esta noche no quedará ni un sólo ratón en Hamelín". Dicho esto, comenzó a pasear por las calles y, mientras paseaba, tocaba con su flauta una maravillosa melodía que encantaba a los ratones, quienes saliendo de sus escondrijos seguían embelesados los pasos del flautista que tocaba incansable su flauta. Y así, caminando y tocando, los llevó a un lugar muy lejano, tanto que desde allí ni siquiera se veían las murallas de la ciudad. Por aquel lugar pasaba un caudaloso río donde, al intentar cruzarlo para seguir al flautista, todos los ratones perecieron ahogados. Los hamelineses, al verse al fin libres de las voraces tropas de ratones, respiraron aliviados. Ya tranquilos y satisfechos, volvieron a sus prósperos negocios, y tan contentos estaban que organizaron una gran fiesta para celebrar el feliz desenlace, comiendo excelentes viandas y bailando hasta muy entrada la noche. A la mañana siguiente, el flautista se presentó ante el Consejo y reclamó a los prohombres de la ciudad las cien monedas de oro prometidas como recompensa. Pero éstos, liberados ya de su problema y cegados por su avaricia, le contestaron: "¡Vete de nuestra ciudad!, ¿o acaso crees que te pagaremos tanto oro por tan poca cosa como tocar la flauta?". Y dicho esto, los orondos prohombres del Consejo de Hamelín le volvieron la espalda profiriendo grandes carcajadas. Furioso por la avaricia y la ingratitud de los hamelineses, el flautista, al igual que hiciera el día anterior, tocó una dulcísima melodía una y otra vez, insistentemente. Pero esta vez no eran los ratones quienes le seguían, sino los niños de la ciudad quienes, arrebatados por aquel sonido maravilloso, iban tras los pasos del extraño músico. Cogidos de la mano y sonrientes, formaban una gran hilera, sorda a los ruegos y gritos de sus padres que en vano, entre sollozos de desesperación, intentaban impedir que siguieran al flautista. Nada lograron y el flautista se los llevó lejos, muy lejos, tan lejos que nadie supo adónde, y los niños, al igual que los ratones, nunca jamás volvieron. En la ciudad sólo quedaron sus opulentos habitantes y sus bien repletos graneros y bien provistas despensas, protegidas por sus sólidas murallas y un inmenso manto de silencio y tristeza. Y esto fue lo que sucedió hace muchos, muchos años, en esta desierta y vacía ciudad de Hamelín, donde, por más que busquéis, nunca encontraréis ni un ratón ni un niño.